De Lisboa uno puede esperar dos cosas: absolutamente nada o la vida entera. Y de una u otra forma, Lisboa te va a sorprender.
Llegué a mi segundo hogar una tarde de febrero, con dos maletas y una dirección anotada en la libreta, sin saber exactamente cómo darle indicaciones al taxista. Llegué sin saber ni esperar algo de la capital Lusitana y terminé descubriendo que en la vida tienes dos opciones, o vives en el aquí y ahora y disfrutas, o la vida ya se te fue mientras intentas encontrarla.
Yo me perdí entre las colinas de una capital de mil colores, palabras y olores. Me enamoré de un río que corre hacia al Atlántico y el fado se volvió mi canción. Lisboa es mi segundo hogar y portuguesa mi nacionalidad adoptada. Así que a continuación te comparto las 7 lecciones de vida que aprendí en Lisboa:
- Lo importante para hablar cualquier idioma, es pretender qué lo sabes hablar: Enserio, y aplica a todo en la vida. Si quieres aprender algo, tienes que hacerlo, vivirlo y perder el miedo a equivocarse. La mejor manera de hablar un idioma es pretender que eres fluído y empezar a hablarlo, la practica te va a corrigir.
- A nadie le importa cómo te ves, eso sólo está en tu mente: Sin duda fue uno de los shocks culturales más grandes que tuve. Pero aquí el secreto más grande: nadie te está viendo. A nadie le importa si tu ropa combina o las formas de tu cuerpo. Esa idea nos la construímos nosotros mismos como un método de autojuicio. A veces nos preocupa mucho como nos ven los demás o qué piensan de nosotros y olvidamos ser nosotros mismos al natural. Sí, esto lo aprendí de las mujeres que sin pudor alguno se broncean en la playa al natural…. y nadie las mira.
- Perderse siempre es la mejor manera de encontrarse: Lo digo literalmente, por más perdido que estés, vas a encontrar un camino que te llevará o si bien al lugar que querías encontrar, o otro mucho mejor.
- Un idioma no es impedimento para una buena comunicación: Lo más maravilloso de viajar es descubrir que las personas realmente se pueden entender si así lo desean, sin importar la nacionalidad, el idioma o la manera de pensar. Siempre hay una manera de empatizar con las personas.
- Todos los caminos llevan al río, y el río siempre fluye: Esto es algo peculiar de Lisboa, todos los caminos que tomes en algún u otro momento, te van a llevar al río Tejo, y eso es lo hermoso de Lisboa. El río es el alma de la capital, si escuchas en la madrugada con atención podrás escuchar el fado que resguardan sus olas, de todos los amantes y dolores que llegaron a cantarle al río, y el río siempre está fluyendo hacia el mar.
- No hay nada más delicioso que una bica de café después de comer: Esto es sagrado. En casi todos los restaurantes de Portugal, después de la bien merecida, y servida comida te van a ofrecer una bica de café, que es algo equivalente a un shot de espresso. ¿Qué tiene de maravilloso esto? Al principio no lo entendía, ¿Cómo se antojaría un shot de café después de comer una hamburguesa o una pasta? Pues, ahí está lo bello, después de comer los alimentos, la hora de café es un reposo, un minuto para ti y para tu cuerpo, para los amigos o familiares que te rodean. Tomarse una bica después de la comida es para mí, un pequeño momento para reposar y apreciar. Un minutito de café.
- El hogar es dónde tú quieras: Sé que suena cliché, pero verdad de Dios que sí lo es. El hogar es aquel que tú decidas que es tu hogar, sin importar dónde sea o de dónde vengas tú. Otro secreto, puedes tener más de un hogar, porque tu corazón se divide y se expande tanto como lo permitas.
Si en Lisboa quieres encontrar algo, no tengas expectativas de nada, porque seguro encontrarás más. Lisboa menina & moça ¡Qué ganas de volver a verte!