Cuándo perdida por las calles, moraba mi alma sin poesía, he binado a encontrarme con tus ojos, que son dorados como el sol de mi consuelo. Porque la Luna me ha recitado las rimas que había olvidado, acurrucada a tu lado; el sueño no se ha acabado. Cuando la alegría de tenerte llegue a mi vida, y los consejos olvidados me lleven hasta tus brazos. Que los trenes no partan, hasta que estemos juntos. Cuando el idioma no sea una barrera y los corazones nuestra lengua. Que Dios conserve todas nuestras dichas. Porque en él he venido a encontrarte. Porque en ti lo he encontrado.
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