Hace mucho escribí que si me quedara un sólo día de vida, lo viviría junto a él. Y aún hoy, después de todo, hay algo de verdad en esa falacia.
Tal vez despertaríamos juntos, haríamos el desayuno y veríamos algún episodio de nuestra serie favorita. Tal vez ordenaríamos de comer y hablaríamos por horas antes de dormir otra vez. Tal vez él tomaría mi mano y me hundiría en el paraíso de su cuello. Tal vez nos volveríamos eternos sin retorno.
O tal vez, pasaría el día leyendo junto a mi río favorito soñando con lo que nunca fuimos pero sigo siendo.
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