Desearía que hubiera un manual para la vida. ¿Sería increíble no? Un guión que te diga exactamente dónde y cómo la estás cagando. ¡Vaya ayuda!
No sé qué pensar. No sé que decisión tomar. La Insoportable Levedad del Ser vuelve a mí. ¿Podría ser el libro de mi vida? ¡Imagínate que existiera tal cosa! Mínimo un libro, salido de la creatividad de algún escritor, salido de la consciencia colectiva, que dictara tu vida. Aún no estoy segura si quiero, si tal cosa existiera, que La Insoportable Levedad del Ser sea mi libro. Y al final, Teresa se queda con Tomás. Siempre estuvieron juntos. ¿Me quiero quedar con Tomás? O mejor, ¿Me quedaría yo con Tomás si fuera Teresa? Sí, sí me hubiera quedado con Tomás. Desde el primer capítulo lo supe. Aunque siempre preferí ser Sabina. Y, ¿Por qué no eres Sabina?, me preguntarías. Porque prefiero a Tomás. Porque sé que puedo ser Teresa y Sabina al mismo tiempo.
En otra referencia, quedándome en un Sabina. Siempre canto: mi manera de comprometerme fue darme a la fuga. ¿Estoy realmente comprometida? ¿Sólo busco un consuelo para mi corazón confundido?
¿Qué es de mí si no escribo? ¿Qué es de mí sin mi Tomás? ¿Qué es de mí si no soy Sabina? ¿Qué es de mí si no me doy a la fuga? Lo que quedan son cenizas de alguien que fue, alguien que renació, no junto al Tejo, pero sí bajo el mismo cielo. Dios, quisiera tan sólo tener a alguien que me lea.
Un comentario en “Un manual para un día de vida”