
El Monasterio de St. Michel
La brisa del mar se adueña del lugar, colmando las paredes de un frío extraño, de esos que no dejas de sentir, pero no te calan ni estorban. El canto de las gaviotas se vuelve cada vez más fuerte y nunca te avandona, sin importar en qué parte del Monasterio te encuentres. Continúa leyendo El Monasterio de St. Michel